sábado, 22 de diciembre de 2007

Fragmento diario de Anaïs Nin

Comparto con todos algo de esta interesante escritora francesa que como tantos de nosotros buscaba un mundo ideal

"Cualquier forma de amor que encuentres, vívelo. Libre o no libre, casado o soltero, heterosexual u homosexual, son aspectos que varían de cada persona."

"Nunca me he tomado la molestia de describirme en el Diario, tiene gracia hablar con alguien sin decirle quién se es. Ahora voy a cumplir ese pequeño deber.

"Soy Ángeles, Anaïs, Juana, Antolina, Rosa, Edelmira Nin y Culmell. Tengo doce años y estoy bastante alta para mi edad, todo el mundo lo dice. Soy delgada, tengo los pies grandes y las manos también, con los dedos largos, que suelo crispar por nerviosismo. Tengo la cara muy pálida, unos grandes ojos castaños, perdidos, y temo que revelen mis insensatos pensamientos. La boca grande, me río muy mal, y sonrío regular. Cuando me enfado, hago una mueca con los labios. En general estoy seria, un poco distraída. Mi nariz es un poco Culmell, quiero decir, un poco larga, como la de la abuela. Tengo el pelo castaño, no muy claro, que me llega un poco por debajo del hombro. Mamá dice que son mechas, y yo siempre las oculto en una trenza o recogiéndomelo con una cinta. Mi carácter: me enfado con facilidad, no puedo soportar la menor broma, pero me gusta hacerlas. Me gusta el trabajo; adoro a mamá y a papá y por encima de todas mi tías y todo el resto de mi familia, sin contar mamá, papá, Thorvald y Joaquinito, quiero mucho a mi abuela. Me encanta leer y escribir es una pasión."

"Creo firmemente en Dios y en todo lo que Dios me dice a través de la Santa Iglesia. Siempre recurro a la oración. Me cuesta tomar afecto, y sólo consigo querer a la gente que me parece igual que yo. Soy francesa, una francesa que ama, admira y respeta su país, una verdadera francesa. Siento admiración, aunque no tan fuerte, claro, hacia España y sobre todo hacia Bélgica. Mis pensamientos, el Diario los conoce tan bien como yo, incluso mi retrato." (20 de Mayo de 1915)

"Siempre creí que era la artista que llevo dentro la que hechizaba. Creía que era mi casa esotérica, los colores, las luces, mis vestidos, mi trabajo. Siempre estuve dentro de la concha de la gran artista que trabaja, temerosa e inconsciente de mi poder. ¿Qué ha hecho el doctor Allendy?. Ha dejado de lado a la artista, ha manejado mi alma interior, sin sus antecedentes, sin mi creación. Incluso me ha inquietado su desinterés por la artista y me asombra que se haya apoderado así de mí, tan dépuillée de artificios, de ropajes, de encantos, de elixires." (23 de octubre de 1932)

"No tengo ninguna moralidad. Sé que la gente se horroriza, pero no yo. Ninguna moralidad mientras el daño hecho no se manifieste por sí mismo. Mi moralidad no se reafirma cuando me enfrento con el dolor de un ser humano..."

"Me fui a mi cuarto, envenenada. Soplaba incesante el mistral, seco y cálido. Así llevaba días, desde que llegué. Destrozaba mis nervios. No pensé en nada. Me sentía dividida, esa división me mataba, la lucha por sentir la alegría, una alegría inalcanzable. La irrealidad opresiva. De nuevo la vida retrocediendo, eludiéndome. Tenía al hombre que amaba en mis pensamientos; lo tenía en mis brazos, en mi cuerpo. El hombre que busqué por todo el mundo, que marcó mi niñez y me perseguía. Había amado fragmentos de él en otros hombres: la brillantez de John, la compasión de Allendy, las abstracciones de Artaud, la fuerza creativa y el dinamismo de Herny. ¡Y el todo estaba allí, tan bello de cara y cuerpo, tan ardiente, con una mayor fuerza, todo unificado, sintetizado, más brillante, más abstracto, con mayor fuerza y sensualidad! Este amor de hombre, por las semejanzas entre nosostros, por la relación de sangre, atrofiaba mi alegría. Y de este modo, la vida hacía conmigo su viejo truco de disolución, de pérdida de lo palpable, de lo normal. Soplaba el viento mistral y se destruían las formas y los sabores. El esperma era un veneno, un amor que era veneno..." (Escrito en julio de 1933 en Chamonix a partir de notas tomadas en junio de ese mismo año sobre las vacaciones con Le Roir Soleil y Anaïs en Valescure.)

"Habría querido terminar mi diario sin la confesión de un amor prohibido. Por lo menos, quería que mi amor incestuoso quedara sin escribir. Había prometido a mi Padre el más absoluto secreto. Pero una noche, aquí en el hotel, cuando me di cuenta de que no había nadie para hablarle de mi Padre, me sentí ahogada. Y empecé a escribir otra vez, mientras Henry leía a mi lado. Era inevitable. No podía eliminar mi diario cuando alcanzaba el clímax de mi vida, en el preciso momento en que más lo necesitaba para conservar mi sinceridad, por grande que fuera mi crimen." (2 de julio de 1933)


No hay comentarios: