La primera vez que salí a la noche, había luna, una oscura luna. Las hojas parecía iban a ser verdes y quedaban negras.
En un soplo deje la ropa y alcancé una rama. De mi surgió el primer hilo y lo utilicé. Empecé empecinadamente , a hacer la red. Era una red grande, de varias vueltas,que yo sujetaba bien. A ratos, me ponía en su centro, o me iba al gajo, con miedo como si oyese pasos en el jardín. La casa estaba a cada instante más extraña; para nada era lo mismo. Yo seguia hilando.
Hasta que puse el punto final e iba a reposar un rato. Venía solo una tenue luz desde los nardos, y de éstos, su olor funebre.
Miré, pidiendo llegase un arácnido. Uno macho( yo tenia ya muchos deseos de copular)Y que me ayudase a asegurar la red.
En eso divisé en el jardín a la novia de mi primo. Ahí nomás ya estaba. Pero ¿como? si vivia tan lejos. Vivía lejísimos. No había- traté de recordar- no había avisado que iba a venir. Siempre lo hacía.
Era joven y seria; y su cara un poco aviesa. Pero ¿como?¿en que? había llegado. Miré y no había ninguna carroza cerca, ni ningun barquillo por el suelo nada. Yo estaba escondida en el gajo. Pero ella, igual me miraba. Estaba oscuro, pero sabia que me miraba.Tuve miedo de uqe rompiese la red. Seeía que estaba enojada. Yo no podía aparecer y ahuyentarla porque era como reconocer que yo era yo y había hecho la red. De pronto, ella tiró una piedra y no dio en el clavo; echó otra y fué lo mismo. Entonces empezó a apredear la casa. Pero la pedradas, extrañamente no resonaban
La novia de mi primo miro mi ropa de organdí que había quedado en el suelo. Y se empezó a reir Se iba despacio y ligero. Se borroneaba. Caminó leguas a pie Y antes de desaparecer allá remotamente, ví su rostro nítido de tamaño natural, como si estuviese ahí
